Sabemos bien que para realizar una buena investigación y
para, en este caso, poder interpretar correctamente a la realidad sociocultural
que este grupo representa (comedores populares) es necesario una estrategia de
observación que de alguna manera u otra nos permita acercarnos y empaparnos de sus concepciones y creencias.
Pero seamos realistas, este grupo social de personas no presenta una concepción
distintiva del mundo como lo podría representar un Hare Krishna, una comunidad
musulmana o un grupo de hippies. Se trata de un grupo de personas “común y
corrientes” por así decirlo, que dedica su tiempo, paciencia y bondad a las
personas que más lo necesitan, y
resaltamos lo anterior ya que estas personas dirigentes del comedor, son
personas que no tienen ni poseen grandezas económicas, pero que con la riqueza de
su corazón, ayudan y unen a la comunidad
vecina existente.
El reto en esta visita, entonces, era aprender y conocer la
manera en que funciona un comedor popular; qué hacen, cómo lo hacen, con
quienes lo hacen y por qué lo hacen. Para lograr nuestro cometido era obvio que
no podríamos acercarnos con las manos vacías, era necesario que, así como la
comunidad lo hace, nos acercáramos con un granito de arena que de nada malo caería,
y así lo hicimos. Llevamos en conjunto víveres como lentejas, fideos, leche,
arroz, entre otros y empezamos la travesía.
La estrategia era simple, encontrar el comedor, realizar un
registro mecánico que consista en pruebas fotográficas y uno que otro
comentario en vivo de lo experimentado y visto a lo largo de la visita. Pero
gracias a una extraña suerte o quizá gracias a las peticiones de algún vecino
del sector 8 de Villa del Salvador, obtuvimos mucho más de lo esperado. Llegamos
como caídos del cielo a una pareja de evangélicos que sin esperar ayuda alguna
nos brindó toda la ayuda e información que podrían brindar. Se trataba de una
pareja que dedicaba su tiempo a la ayuda de este comedor (que vale decir, por
las mañanas funciona también como vaso de leche) y que por el momento, debido a
que su menor hijo sufrió de una pequeña caída, no podían dedicarle el tiempo
que deseaban al comedor. No se tuvo que intercambiar muchas palabras y de un
momento a otro ya formábamos parte de su pequeña comunidad. Nos indicaron
direcciones, horarios, precios y
experiencias que desde ya, representaban mucho más de lo que podíamos esperar.
Era obvio que tanta amabilidad no podría pasar desapercibida, y se decidió por
dejar solo una pequeña parte de lo que teníamos pensado entregar. La reacción fue
inmediata; gestos, sonrisas y hasta brillo en los ojos que solo expresaban su
enorme agradecimiento, y que transmitieron ternura y hasta un pequeño nudo en
la garganta que solo expresaba lo genial
que se siente ayudar.
Es así que con algo más de información nos dirigimos hacia
la tesorera del comedor popular, quien también con mucha amabilidad nos brindó
información y nos indicó en donde podíamos encontrar a la presidenta de dicha
entidad. La presidente no fue muy difícil de ubicar, pero vale decir que sí
algo difícil de convencer. Presentaba una actitud desconfiada (debido que al
parecer son constantemente visitados por partidos políticos y esto,
naturalmente, les genera incomodidad), y no nos transmitía la generosidad que habíamos
podido constatar en las personas ya antes mencionadas. A decir verdad, la
llamada señora Santusa (presidenta del comedor popular), no nos cayó para nada
bien. Pero, al igual que con las primeras personas, procedimos a hacerle
entrega de ciertos víveres para la ayuda del comedor que hasta la actualidad
dirige. Al entregarle solo algunos víveres y viendo que aún nos sobraban
algunos, se decidió por entregar lo sobrante a las personas que con tanta amabilidad
nos incluyeron desde ya en sus rezos y bendiciones, a la pareja evangelista. Es
así que al regresar ante esta pareja, la sensación de agradecimiento ya anteriormente
experimentada creció, y no faltó más para que con un solo gesto seamos
introducidos a los demás miembros de esta pequeña comunidad. Al mismo trato de
una celebridad, nos incorporaron en una celebración en donde la gaseosa y la
torta fueron lo de menos. Fueron las sonrisas, los abrazos, las bendiciones y
los agradecimientos los que nos invadieron de pies a cabeza de una clase de
felicidad que en esta sociedad es muy difícil de encontrar, y con los cuales
solo quedamos decididos de que el caso etnográfico elegido, fue el mejor que
pudimos encontrar.